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¿¡MALDITO CRISTO!? ¡BENDITO CRISTO! 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Ma...

sábado, 28 de enero de 2017

SOLA FIDE (SOLA FE)

NO HAY OTRO EVANGELIO

Romanos 1:16-17 (DHH) 16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 17Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: «El justo por la fe vivirá.»
Gálatas 1:6-7 (RVR1960) 6Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo
No hay otro evangelio. Siempre ha sido uno solo. Hay diferentes interpretaciones, pero la iglesia es responsable de fundamentar su fe en el evangelio recibido.
Nutrirse de él es responsabilidad personal y comunitaria. No hay otro evangelio. Éste es un evangelio de gracia, redención, perdón, gloria y juicio, fe, justificación, redención… todo en Cristo, fundados en Cristo, depositado en Cristo, para vivir para Cristo, darle gloria a Cristo y nada más. 
¿Por qué les escribió Pablo su epístola a los Gálatas? Porque se estaban judaizando. 
“El evangelio judío” (insistimos, no hay otro evangelio) era una perversión del evangelio de la fe en Cristo. Este evangelio judío era la perversión de la salvación por obras. 
La salvación por obras hace hincapié en la obediencia, la conducta humana, la ética, moral, llevadas a la perfección y al comportamiento intachable, ideales que no existen. 
El evangelio judaizado funda su doctrina en obedecer la ley, la vida de las obras, de la confianza en la conducta humana para “ganarse la aprobación divina, la salvación por obras”. Algunos dicen “para ganarse el cielo”. 
Eso, en cierta forma era “quedar bien con Dios”, justificarse con él, ganarse su aprobación, ser aceptado por él, ganarse el juicio y el favor divino, de tal manera que uno se librara, por méritos propios, de ser condenado por Dios al ser juzgado. 
Al fundamentar así el evangelio predicado al estilo judío, lo llevaba a uno de regreso, a la posición sin Cristo, a la vida antes de la llegada del Mesías, pero de una manera peor, porque ahora este evangelio implicaba el menosprecio del Mesías Jesucristo. 
Dicho menosprecio era consciente, porque echaba por tierra su sacrificio, despreciaba su enseñanza, su perdón, la gracia ofrecida por Dios, su redención y la reconciliación y justificación delante de Dios, que era la verdad de ser aceptados, aprobados, recibidos en plenitud de santidad por Dios, gracias a confiar y poner la fe en Cristo. 
Era como regresar del cielo a la tierra, de la limpieza y la santidad a la vida de lodo, de la sanidad a la perversión, de la pureza a la depravación total. 
Significaba dejar de ser una persona sana y elegir, de manera consciente, una vida entre los cerdos, ratas, y lo peor imaginable.  


NO HAY OTRO EVANGELIO
Gálatas 2:11-21 (RVR1960) 11Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 15Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 2:16 (NVI) 16Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.)17Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 19Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
LA VIDA DE LA FE
Descansa en Dios. La fe tiene una descripción muy conocida en Hebreos 11. Pero apunta, el tener fe, con esta afirmación: Hebreos 12:2 (RVR1960) 2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Cristo es el centro de la fe. La se centra en él. No cuenta cuánta fe tienes, sino cómo la cimientas en él, y qué crees tanto de él como de lo que declaras acerca de él y de tu fe. 
Hay quienes tienen fe en su declaración, en sus dichos, no en Cristo. Cuando alguien ora y declara: “yo decreto, yo profetizo que esto será hecho… (lo que oró y declaró en su oración)”, en realidad declaró tener fe en su propia palabra, en su discurso. 
Su fe está en sí mismo, no en Cristo. Su fe está en su capacidad, en su humanidad, en “su magia”, en su potencial para declarar, pero no en Cristo. 
De hecho, “su declaración” es igual a “su obra”, sus actos, su autosuficiencia, sin necesitar a Cristo. 
La fe bíblica tiene otro sentido, un contexto, un campo diferente a lo declarado por la capacidad humana. 
Es una fe en quien lo puede todo, como limpiar la vida toda, en plenitud, con un perdón total, con hacernos santos (no perfectos con el concepto católico de perfección), sino con elegirnos para ser suyos, de Dios, en Cristo. 
La fe bíblica es de naturaleza divina, dada por Dios, fundada en Dios, depositada en Cristo, dependiente de Cristo, no de las declaraciones propias. 
La fe bíblica le dice al hombre: nada de lo que hagas para ganarte el perdón de Dios, tiene valor. Nada de lo que hagas para quedar con Dios te servirá de algo. Nada de lo que hagas te dará el amor de Dios. Nada de lo que hagas te hará una mejor persona delante de Dios. Nada. Nada. ¡Nada!
Por otro lado, la fe bíblica te dice: Cristo ha hecho todo por ti. Cristo ha hecho todo para que seas salvo de una condenación eterna debido a tu pecado. Cristo te justifica delante de Dios. Cristo es todo para ti. Cristo es la única posibilidad de que seas aceptado por Dios, aprobado por Dios, redimido por Dios, y de que veas la gloria de Dios
La fe bíblica te dice: todo lo que puedes hacer para quedar bien con Dios, es nada (de tu capacidad humana) porque Cristo es todo (es el don divino, él es la manifestación suprema de la gracia de Dios). Cristo fue maldecido por Dios, sufrió el castigo de tus pecados, y la ira de Dios fue descargada sobre él, su muerte y sacrificio, además de ser el pago por toda tu maldad, fue muerte vicaria, vivió lo que tú debiste haber sufrido. Tus pecados no quedaron impunes, fueron castigados en él.
En esa fe vemos algo más, la incapacidad humana, y la gloria de Dios, su glorioso poder, su grandeza, su santidad y excelsitud al mostrar de manera inconcebible su gracia y amor redentores. Sólo él puede satisfacerse a sí mismo en santidad y justicia, y eso es Cristo para nosotros ante Dios.  

LA LEY
La ley tiene un mensaje para ti: no puede cumplir con lo que exijo. Si aceptas mis condiciones caes bajo maldición, porque así lo establezco. Yo te maldigo si aceptas mi propuesta, y esa maldición estará sobre ti si quebrantas uno solo de mis mandamientos. Maldito serás por a eternidad, a partir de tu presencia en la tierra. 
Eres maldito si por un momento aceptas mis términos y no los cumples. Tu maldición te apartará de Dios y jamás podrás, por tus propios esfuerzos, quedar bien con Dios, porque no podrás cumplir lo que exijo
¿Alguna vez has sentido envidia? ¿Odias a alguna persona? ¿Sientes ira contra alguien de tu familia o de tu congregación? ¿Has experimentado rencor? ¿Has cometido adulterio? ¿Has robado? ¿Has mentido o hablado mal de alguna persona? ¿Chismeas? ¿Eres stocker en el FB y husmeas en él para alimentar de allí tu maldad y todos tus insanos deseos contra personas específicas? ¿Alguna vez has blasfemado o maldecido? ¿Has adorado a algo o a alguien más que a Dios o siempre, en tu vida has hecho la voluntad de Dios? 
Si tu respuesta es sí a alguna de esas preguntas, entonces la respuesta de la Ley para ti es: ¡Estás maldito! ¡Has caído bajo maldición! ¡Estás condenado al juicio y al castigo eternos y nada te puede salvar! 
Al mismo tiempo la Ley te da un indicio, te señala a alguien: Cristo. Te dice dice: “él ha cumplido con todos mis mandamientos. Sólo él. Nadie podría jamás cumplir con ellos. Si recibes todo el cumplimiento de Cristo acerca de mis mandamientos en tu favor, entonces todos los méritos de Cristo son tuyos. La maldición que pesaba sobre ti pasa a ser de él, y su justicia, su perfección delante de Dios te son concedidos como un favor divino. Todo eso tuvo un costo que sólo Cristo podía pagar y te puede ser dado por Dios porque tú jamás podrás pagar nada. Tú jamás podrás pagar nada. Tú jamás podrás pagar nada. ¡Cristo ha pagado todo! ¡Cristo ha pagado todo. Él es el todo de tu vida, él es el todo de Dios para ti
La Ley te guía y te dirige a Cristo. Su utilidad para ti es que seas condenado y seas más consciente de tu maldad, tu pecado, tus perversiones y tu merecida condenación. 
6Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.)

FE Y OBRAS
Gálatas 3:6-7 (RVR1960) 6Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
Abraham le creyó a Dios y eso fue todo. Dios lo aceptó. Lo hizo justo. Habacuc expresa. “el justo por la fe vivirá”.
En Habacuc el sentido tiene otro ambiente, con el significado de “fidelidad”, y describe a un creyente que por ser leal, sobrevivirá a la manifestación de la gloria de Dios. 
En Habacuc la justicia de Dios se manifiesta en un juicio contra el pueblo rebelde, obstinado, necio e idólatra que abandonó a Dios. Por lo tanto, el Señor aplica su justicia y manifiesta su gloria. Dice de su gloria “Y la tierra será llena de su gloria como las aguas cubren la mar”. 
Significa: viene una matanza global, general contra este pueblo. Así manifestará Dios su gloria, con una matanza global. Esa matanza será la manifestación de la gloria de Dios. 
En medio de esa manifestación de la gloria de Dios, el fiel sobrevivirá, retendrá su vida, Dios lo guardará de ser parte de la manifestación de la gloria de Dios. 
Pablo cita ese versículo con un sabor específico: quien pone su confianza en Dios, igual que Abraham, es aceptado, aprobado y declarado limpio delante de Dios para ser librado de una condenación eterna. (En Habacuc es ser librado de la muerte por la guerra.) Esa fe depositada en Dios, tiene un recipiente, tiene un receptor, es Cristo
Pablo escribió acerca de la fe, acerca de Cristo y la salvación, como una composición musical, variaciones sobre un mismo tema: 1:16-17 (DHH) 16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 17Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: «El justo por la fe vivirá.»
Y en Efesios 2:8-10 escribió:  (RVR1960) 8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Judaizarse, guardar el sábado, comprar una kipá, hacer ritos judíos como la pascua, rezar sus oraciones, guardar el sábado, ponerse un manto para orar, prender velas el sábado y seguir todo lo demás, nos coloca en el centro del enfoque paulino de vivir un evangelio torcido, y nos regresa de la bendición a la maldición. 
No que haya otro evangelio, dijo, sino que algunos lo pervierten. El evangelio tiene su fuente en Dios, su manifestación en Cristo, su propagación por los apóstoles y su aceptación en quienes Dios eligió para ser seguidores de Cristo, judíos y no judíos. 
El evangelio es Dios y Cristo, es el Espíritu Santo y el creyente, quien deposita su fe en el acto redentor de Cristo. 
Vivir con fe en Cristo, es igual a vivir para él. La fe le da sentido y  dirección a la vida. 
Si no se deposita la fe en Cristo se depositará en algo o en alguien de todas maneras. 
Pero el sentido de la vida, la plenitud de la vida, sólo se dan en la fe en Cristo. Sin él, sin fe en él, la vida pierde toda significación.
La vida de la fe le da al creyente la dependencia correcta manifestada en adoración, en amorosa adoración y en participar de la extensión de la gloria de Dios entre todos los habitantes de la tierra. 
Entre sus principios, los reformadores establecieron el de “sola fide” (sola fe”), como contrapuesta al evangelio pervertido de su tiempo (y del nuestro) predicado en la iglesia de la cual salieron, donde se predicaba que el creyente conseguía la salvación por Cristo Más Otros medios, no sólo la fe. 
Esos medios o recursos eran buenas obras (caridad y dinero ofrendado), para ganar méritos y con ellos la salvación. 
Así, la fe estaba en Cristo y en el acto. Pero la Escritura es contundente cuando declara “por gracias sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, para que nadie se gloríe”. 

Sólo por fe en Cristo se es salvo. 

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