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viernes, 27 de enero de 2017

PERDÓN DIVINO, PERDÓN HUMANO

Mateo 18:23-35 (RVR1960)
Los dos deudores
23Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 28Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31Viendo sus consiervos lo que pasaba, sé  entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Proverbios 10:12 (RVR1960)
12El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas.

A la luz de vivir bajo la gracia, en el campo de la fe, hemos de ver al Señor obrando por medio de su Espíritu con respecto a ciertas prácticas de sus hijos, como el perdón. 
Parte de la vida, como vivir bajo las normas del Reino de los cielos, bajo el gobierno del rey, está precisado en la parábola de los dos deudores.
Destaca la enseñanza del perdón y su contraparte, el rencor, el carácter legalista y, junto con éste, la actitud de juicio y la disposición para condenar.
En el Padre Nuestro, la oración enseñada por el Señor Jesús, como respuesta a la petición de los discípulos: «enséñanos a orar» (Lucas 11.1), el Señor Jesús les enseñó que debían decir: «perdónanos nuestras faltas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores» y culmina con la declaración: «porque si no les perdonan a los hombres sus faltas, tampoco su Padre que está en los cielos les perdonará sus pecados».
Tenemos un Dios perdonador, un Dios por cuya gracia, compasión y misericordia nos concede un perdón total. 
CON RESPECTO AL REINO VEMOS.
1. Hay un rey y juez universal, con leyes justas y absolutas. 
2. Todo hombre ha quebrantado sus leyes y todo hombre es culpable, por lo tanto, todos estamos bajo condenación, porque no hay ni una sola persona justa. 
3. Todo mundo necesita ser perdonado, absuelto y declarado no culpable. Aclaremos, no es lo mismo ser declarado «no culpable», que ser declarado «inocente». 
Cuando el hombre es juzgado por el rey eterno, es juzgado y encontrado culpable, merecedor de la muerte; pero ante Dios el juez, toda persona que ha reconocido que en la cruz Cristo fue el sacrificio que paga sus culpas, tiene en Cristo mismo un abogado, quien se presenta como quien ha pagado las faltas y los violaciones a la ley del rey. Más aún el pago por sus faltas es por todas sus faltas, por todos sus pecados, pasados, presentes y futuros.
La revelación profética dice que Cristo es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Quebrantar las leyes de Dios exigía un sacrificio puro, justo, limpio, santo, perfecto. Y el único sacrificio aceptado por el rey y juez justo, es el cordero que él mismo ha preparado y que él mismo acepta. Así, el abogado, quien representa a la persona juzgada, se presenta ante el juez y le dice «este hombre tiene a su favor el pago de todas sus faltas. El sacrificio exigido por su ley, juez, ha sido hecho, por lo tanto este hombre es una persona  sin culpa ante sus ley».
4. Todo hombre que cree que Cristo es el Cordero de Dios que pagó por todos sus pecados, es declarado sin culpa, es aceptado por el juez y de allí en adelante todas a sus faltas y pecados son declarados como sancionado, con sentencia cumplida. El transgresor de las leyes de Dios no tiene más ninguna culpa en su haber. Su historia puede verse, no como limpia, sino como la de un delincuente cuyas faltas, delitos, crímenes, homicidios y transgresores tenían multas y condenaciones que fueron cumplidas, pagadas en plenitud. 
5. Más aún, el pago abarca todo pecado, presente, pasado y futuro. Si no se contempla la culpa como remediada en su totalidad, y de manera absoluta, entonces el hombre que crea que Cristo no pagó por todas sus faltas futuras, sino sólo por las pasadas, hasta el momento en que creyó en Cristo, está condenado por su propia conciencia para hacer depender su salvación de su propio esfuerzo y de su buena conducta y sus buenas obras, de su propia obediencia. Y creer esto es caer en el engaño diabólico, de Génesis, pues coloca otra vez a la persona como una persona autosuficiente, como alguien que rechaza la gracia de Dios y su perdón. Todo su futuro (salvación, santidad y comunión con Dios) depende de él, no de Dios. 
6. El perdón de Dios nos da perdón total, paz y reconciliación. Perdonar a otros nos da comunión con Dios y abundancia de paz. 

I ¿QUÉ ES PERDONAR?
Antes de contestar la pregunta ¿Qué es perdonar? precisemos; la fe cristiana ha de verse a la luz de La Escritura. 
En ella, lo importante es la revelación del evangelio. Insisto en ver el acto de perdonar en el campo del evangelio a la luz del evangelio, no bajo la lámpara de la sanidad emocional. 
En todo caso, la sanidad de las emociones es fruto de vivir la fe del evangelio. Si lo vemos al revés, cómo sanar las emociones de acuerdo con las Escrituras, pondremos el acento en la psicología, en el humanismo, y desplazaríamos el valor y la importancia del evangelio hacia una actitud que si bien tiene cierto valor, ante la eternidad tiene un valor nulo. 
Por eso, perdonar, como acto, tiene un valor eterno a la luz de La Escritura. Perdonar, a la luz de un panorama más amplio, en La Escritura, es igual a cubrir. «El amor cubrirá multitud de pecados».
La pregunta «¿qué es perdonar?» tiene como respuesta: cubrir. Perdonar, en el libro del Éxodo, es claro. La casa con sangre aplicada en sus dinteles, estaba «cubierta», perdonada, libre de condenación. Por lo tanto, en esa casa Dios concedería la vida. 
Perdonar es cubrir. Eso significa que nosotros hemos de vernos perdonados por Dios gracias al sacrificio de Cristo. 
Dios ha «cubierto nuestros pecados con la sangre de Cristo». Eso queda explicado por Hebreos 9.22: «Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión».
La sangre es exigencia para ser perdonado. Si no hay sacrificio, una vida ofrecida para ser perdonado, no hay perdón.
24siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (Romanos 3:24-25 RVR1960)
Propiciación: Acción agradable a Dios con que se le mueve a piedad y misericordia.
Propiciatorio: cubierta, tapa del arca. 
¿Cómo te ve Dios? Cubierto por lo que le agrada, lo que te pone en paz con él, lo que lo alegra, el sacrificio que pagó todas tus faltas delante de él, y por eso te mira con agrado y te concede su paz. Porque has sido perdonado. 
Dios ha sido satisfecho por la sangre de Cristo, el único sacrificio agradable a Dios. Cumple con sus propios estándares, por ser Cristo de su mismo nivel de justicia y santidad, medidas que ningún hombre jamás tendrá. 
No mirarte como criminal, como transgresor, te libra de ser perseguido, de ser buscado para que pagues por lo que has hecho. 
Por lo tanto, aplicar la enseñanza del Padre Nuestro: «así como nosotros perdonamos a los que nos deben» coloca, a los que nos deben, como no deudores, no ofensores, como no culpables. Limpios, y... eso da paz espiritual, mental, social, relacional, estomacal....
El siervo malo no entendió algo. Que él tenía una deuda enorme, impagable, y a él se le perdonó más, inmensamente enorme era su deuda, y el rey se la perdonó sin ningún requisito. Se la perdonó sólo porque le rogó y se la perdonó porque era un rey piadoso, compasivo y lleno de misericordia. Ser perdonado tenía más que ver con el carácter del rey, que con el siervo, y que éste se humillara. 
Por lo tanto, si a él se le perdonó más, ¿no podía ser sensible, reflexivo y considerar que también podía y debía ser misericordioso con quien le debía?
¿QUÉ HEMOS DE PERDONAR?
¡TODO! No perdonar te daña. 
1. En primer lugar tu relación con Dios. No perdonas, no eres perdonado. 
2. En segundo lugar, te causa daños a tu salud espiritual, emocional y social. Te vuelve rencoroso, agresivo, hostil, y amargado. Y eso se nota. 
3. ¿Qué hemos de perdonar? Todo: ofensas y faltas reales, tanto como ofensas y faltas imaginarias.
Quizá jamás te ofendieron, pero tú lo crees. Quizá tú eres el ofensor. Quizá tú agredes. Bien puede suceder que tengas una relación y reclames una falta que jamás te hicieron y eso traerá consecuencias, porque corres el riesgo de perder una amistad. Y créeme, a la luz de La Escritura, ser amigo y tener amigos, es una gran bendición. 
Pero tú crees que te ofendieron. ¿Qué debes hacer? Reclamar no, exigir que te pidan disculpas o perdón, no. ¿Qué debes hacer? ¡Perdonar!
Perdón real para faltas reales. Te hirieron, te agredieron, te dejaron heridas de por vida... tu papá, tu mamá, gente mayor que tú como tíos, hermanos, primos o familia de otro nivel: cónyuge, compañeros de trabajo o de congregación, amistades, compañeros de ministerio...
¿Qué debes hacer con lo que te hicieron? ¡Perdonar! Si no perdonas traerás en tus emociones un fardo, un costal de sentimientos y recuerdos cargando, traerás un lastre y una basura pesada que sólo te ocasionará cansancio, agotamiento, pesar, desgaste, desvelos, insomnio, rencor, amargura, hostilidad, y una actitud agresiva, gritona, exigente... Y no vas a comer bien. No vas a dormir bien, no vas a tener paz.  
¿CÓMO PERDONAR?
1. CUBRIR. 
2. SOLTAR. LIBERAR
3. ENTREGAR.
1. CUBRIR. Significa que así como Dios te mira cubierto con la sangre de Cristo, no culpable, te mira con agrado, tú miras a la persona que te ofendió como cubierta, sin culpas, delante de Dios y delante de ti. 
Para hacerlo práctico, perdonar te lleva a hacer una lista de lo que consideres, real o imaginario, de todas las faltas que te hicieron y declararlas delante de Dios como cubiertas. 
Al hacer esto, tú decides no ver, traer a tu memoria recuerdos, historias, sucesos, actitudes en contra de ti. No los revives ni empoderas al recuerdo de un poder venenoso y destructivo de tus emociones, pues lo despojas de toda capacidad para destruirte. 
No significa que la falta no está. No es olvido. Perdonar no es olvidar. Quien diga que perdonar es olvidar vive un mito, un engaño y a la postre se encuentra que tiene una memoria poderosa, porque no olvida. (¿Una persona violada podrá olvidar? ¿Un padre o madre a quien le mataron hijos olvidará a sus asesinos o a su hijo? ¿Un cónyuge olvidará que le asesinaron a su pareja?)
Perdonar es cubrir, no olvidar. No falta quien cite que Dios «olvida» nuestros pecados, porque él mismo lo dice: Isaías 43:25 (RVR1960) «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados»
 Dios es un Dios eterno. Tiene toda la historia, todas las historias de todas las personas delante de sí mismo. Él mira el pasado, presente y futuro. Tiene a la vista todo pecado cometido o todo pecado intencional. 
Nuestros actos no se pueden borrar de la historia. No podemos deshacer, borrar un asesinato, una violación, una herida hecha con un arma... No podemos deshacer ningún acto, como dijo el gran filósofo mmmmm… «palo dado, ni Dios lo quita». 
Perdonar no es olvidar, es cubrir, es decidir no traer a la memoria. Es una decisión de «echar debajo de la alfombra la basura de las faltas contra uno».
No puedes hacer nada contra un acto cometido contra ti, no lo puedes borrar y no lo puedes deshacer. 
Lo que sí está a tu alcance, a tu disposición, es el perdón, es declarar a la persona cubierta, no culpable, sin falta, sin deudas contigo. 
2. SOLTAR. LIBERAR. Perdonar es declarar liberada a una persona. No es más tu preso, no es más tu esclavo, no está encadenada a tu corazón, tu recuerdo, tu memoria. 
Significa soltarla de tus emociones. Lo que ates en la tierra será atado en el cielo...
Lo sueltas, entonces no sólo la persona es libre, también tú. Haz la lista de lo que consideres una falta contra ti, y suelta a la persona delante de ti. 
3. ENTREGAR. Perdonar es entregar. Primero cubres, luego liberas y por último le entregas tu memoria Dios, le ofreces tus recuerdos y le pides que renueve tu mente, cubierta por el perdón que te concedió, para que tu mente renovada cubra a los demás. 
PERDONARSE A SÍ MISMO, UN MITO. A LA LUZ de la Escritura. Nadie se perdona a sí mismo. Hay quien les dice a los demás: «no tienes paz porque tienes que perdonarte a ti mismo».
Nadie se perdona a sí mismo, porque nadie es su propio juez. Quien vive remordimientos, quien vive con culpabilidad, tiene la solución a su alcance: PEDIR PERDÓN A DIOS Y ÉL PERDONA. 
El amor cubrirá multitud de faltas, dice el proverbio. Dios y su amor nos perdonan todo, pero eso no es un pretexto para creer que podemos vivir pecando como si el pecado no tuviera consecuencias. Cuidado si alguien cree que puede jugar con Dios, el juez absoluto y santo. 
VIVE EN PAZ CON DIOS Y CON LOS DEMÁS. NO GUARDES RENCOR, NO TE AMARGUES. AL CONTRARIO, VIVE LA VIDA CON LA DICHA Y EL GOZO QUE DIOS DESEA PARA TI A LA LUZ DE LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO, CUYO FRUTO NO ES FRUTO DE ESTACIÓN, SINO FRUTO ETERNO, EL FRUTO DEL GOZO. 

PERDONA, PORQUE HAS SIDO PERDONADO. 

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