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sábado, 6 de noviembre de 2021

EL PRIMER EVANGELISTA DEL MUNDO

DIOS EVANGELIZA
Abraham, el antepasado de ustedes, se alegró porque iba a ver mi día; y lo vio, y se llenó de gozo.  Juan 8:56 (DHH)
Y viendo antes la Escritura que Dios por la fe había de justificar á los Gentiles, evangelizó antes á Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. Gálatas 3:8 (RV1909)

    Jesús afirma que Abraham recibió revelación del futuro, que vio la gloria de Cristo y sintió alegría.
    Pablo, por su parte, afirma que Dios evangelizó a Abraham. Y por evangelizar entendemos, en el panorama bíblico, hablarle a una persona de Cristo, su obra redentora en la cruz, su naturaleza divina, y su reinado eterno, como Rey de reyes y Señor de señores. 
   Por otro lado, al evangelizar a una persona se le toca el tema de su pecado y las consecuencias eternas (condenación al lado de fuego, eternidad sin Dios, sufrimiento en tinieblas...).
    Dios evangelizó a Abraham. Le habló de su pecado, y de la solución dada por Dios por medio de Cristo, de su muerte redentora en la cruz.
    Abraham le creyó a Dios, de su provisión por sus pecados (Cristo), en el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y que la fe de Abraham sería la condición de Dios para toda persona, y que cuantos creyeran en Cristo serían hijos de Abraham porque tendían la misma fe y serían justificados ante Dios.
    Dios es quien inicia la misión en el mundo, en la historia, y la primera persona evangelizada es Abraham. 
    Después de Abraham, sus descendientes debían seguir extendiendo la fe y la esperanza en el Mesías prometido. 
    La misión sigue extendiéndose con los profetas y su mensaje. Por medio de ellos, y de los salmistas, Dios le habla al mundo, de su pecado y su necesidad de volverse a Dios. 
    Después de los profetas llegamos a la persona de Jesús, el Mesías prometido, quien sigue anunciando el mensaje de arrepentimiento como condición divina para volverse a Dios y depositar la fe en el Mesías, quien habría de pagar por los pecados de quienes creyeran en él. 
    Jesús afirma que Dios inició las misiones con la evangelización de Abraham, quien creyó en el mensaje de Dios y, en Génesis, se dice que "le fue contado por justicia". 
    
LA MISIÓN ES DE DIOS
    
    Llevar el evangelio al mundo, a las etnias, es misión de Dios, no de la Iglesia.
    Para llevar a cabo su misión, Dios llamó a la iglesia. La misión es de Dios y la iglesia, como llamada, es convocada y enviada a llevar a cabo la misión de Dios. 
    Dios tiene una misión y tiene una iglesia. Los dos dependen de Dios, a ambos él los sostiene y lleva adelante. 
    Visto del lado humano, si la misión dependiese de la Iglesia, la misión habría desaparecido desde su inicio. 
    Si la iglesia dependiera de sí misma, ya habría pasado por muchas perversiones, cimentando su poder, autolegitimándose a sí misma, y 
estableciendo fundamentos para su supervivencia, como algunas sectas lo han hecho. 
    Misión e iglesia dependen de Dios. Dios inició el anuncio del evangelio y lo continuará hasta el fin de la historia. 
    La meta de la evangelización es la adoración. En sí misma la evangelización carece de sentido, pues si el fin en sí mismo fuera el anuncio, se pierde de vista el centro del mismo, adorar a Jesús. 
    La evangelización tiene sentido porque lleva al ser humano a adorar a Jesús. 
    Cuando al fin de la historia humana termine la evangelización, se acaben las misiones, y lleguemos a la nueva creación, lo que permanecerá por la eternidad es la adoración. 
    Hoy Abraham es un adorador, por la eternidad, de Cristo y sus hijos, los hijos de Abraham, por la fe, también adorarán a Cristo por la eternidad. 
    invitamos a todos a anunciar a Cristo, a evangelizar teniendo en mente que Dios busca adoradores en espíritu y en verdad. 
    Deshágamonos de la idea de hacer prosélitos o de ganar miembros para nuestra iglesia, o de crecer numéricamente y ser una megaiglesia. 
    Esa no es la meta. La meta es que Dios tenga adoradores, gente que reciba por gracia de Dios la restauración de su propósito, el establecido por Dios desde su inicio, que la persona viva para él, y viva el más grande de los placeres, contemplar la gloria de Cristo y vivir para servirlo por la eternidad.     



    








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