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domingo, 23 de abril de 2017

REFLEXIONES SOBRE ISAÍAS. I

Isaías 1 (RVR1960) 
INTRODUCCIÓN
El profeta Isaías era ciudadano de Jerusalén, la capital del reino de Judá. Fue llamado a ejercer la misión profética entre los años 740–700 a.C.
De los caps. 1—39 permiten afirmar que fue una persona de reconocida autoridad e influencia en la corte real y que quizá pertenecía a la aristocracia de Jerusalén.
Su contenido puede dividirse en tres grandes secciones. La primera (caps. 1—39). Isaías condena severamente los pecados e infidelidades de su pueblo. Para él, el Señor era, ante todo, el Dios santo de Israel (1.4; 5.19,24; 10.20), que pedía justicia en las relaciones sociales y sinceridad en el culto que se le tributaba. 
Pero allí donde el Señor esperaba justicia, no se escuchó otra cosa que el clamor de los oprimidos (5.7); 
Y el culto celebrado en el templo no era agradable a sus ojos, porque los que presentaban sacrificios y ofrendas tenían las manos manchadas de sangre (1.15). 
En todas estas intervenciones, Isaías aparece como el profeta de la fe: solo la inquebrantable confianza en el Señor, y no las alianzas con naciones extranjeras, podía traer la salvación a Israel (7.8-9).
Esta sección (1–39) incluye una serie de mensajes proféticos: oráculos contra las naciones paganas (caps. 13--23), el llamado «apocalipsis de Isaías» (caps. 24--27), poemas (caps. 34--35) y pasajes narrativos (caps. 36--39).
La segunda sección de Isaías (caps. 40--55) se abre con un mensaje de consolación a los israelitas deportados a Babilonia (40.1). Ya no se escuchan palabras de juicio ni de condenación, un anuncia a los exiliados, en nombre del Señor, que muy pronto serán restaurados a su tierra. Ciro, rey de los persas, era el instrumento elegido por el Señor para llevar a cabo esta liberación (41.2), descrita a veces como un nuevo éxodo (43.18-19).
La tercera y última parte (caps. 56--66) contiene mensajes proféticos referidos a temas diversos: advertencias sobre el verdadero ayuno (58.1-12) y la observancia del sábado (58.13-14), críticas a los malos gobernantes (56.9-12), denuncias del falso culto y de perversiones morales y religiosas (57.4-5,9; 65.4; 66.3). Para combatir la desesperanza del pueblo (cf. 59.9-10), que luchaba por reconstruir su patria en medio de grandes dificultades, el profeta declara que el pecado es el que retrasa la llegada de la salvación definitiva (59.9) y reafirma la fidelidad del Señor a sus promesas. El va a crear un cielo nuevo y una tierra nueva (65.17; 66.22), hará brillar sobre Jerusalén una luz resplandeciente (60.1) y todas las naciones verán su gloria (62.2).
I
1Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
El profeta inicia su mensaje identificándose como lo harían en su tiempo: 1. De quién es hijo, 2. Cuándo sucede su vida con Dios. 3. Qué tiempo abarca. 4. Por sobre todo, destaca de quién viene su llamamiento y de quién llegan los mensajes que comparte.
La visión compartida viene de Dios. No es personal. No es iniciativa suya ni surgida de su experiencia. Viene de Dios y abarca varios reinados. 
2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
II
El pueblo de Israel es peor que una bestia. Aunque no todo el pueblo. Siempre hay un remanente, un pequeño número de personas que Dios se reservó para sí mismo. 
No obstante, el profeta tiene un mensaje que engloba al pueblo entero, porque para todo el pueblo es el mensaje. Y todo el pueblo es visto peor que una. Como dos bestias: asno y buey. El primero (asno) conoce el pesebre que le construyó su dueño. El segundo (buey) conoce a su dueño. 
Pero el pueblo es peor que las bestias mencionadas porque las bestias, por conocer y reconocer a su dueño, lo obedecen, son mansas y se dejan conducir por donde su señor y dueño las lleve. 
En cambio, los hijos de Dios, de quien se espera tengan entendimiento, sepan quién los ha bendecido, tienen lo peor: son rebeldes. Carecen de lo básico en una bestia: conocer a su dueño, reconocer a su señor. 
III 
4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.
A. QUIÉN ES DIOS.
El Santo de Israel. Él es el Señor. Él es juez. Él es Dios. Él es el gobernador y soberano Señor y conductor del universo, de las naciones y todos le están sometidos. 
A él se le debe rendir culto, obediencia, tomar en cuenta, temer, oír, seguir, y poner en práctica lo que él indique. 
B. QUIÉN ES EL PUEBLO.
a. Gente pecadora. b. pueblo cargado de maldad. c. generación de malignos. d. hijos depravados. 
Condición social y personal: Rebelde, enfermo invadido de manera total, invadido como cáncer metastásico. No hay en el señales de salud alguna. Sus sistemas han caído a lo más básico. Su sistema inmunológico ya no produce células defensoras. No se sabe cómo aplicarle curaciones, y qué tipo de medicina le haría bien.  
Condición geográfica y política: La tierra está destruida, las ciudades han sido incendiadas, el suelo ha sido devastado y despojado por extranjeros y Sión (Jerusalén) ha quedado sola, como una cabaña en medio de una viña. La soledad es todo cuanto tiene. No tiene nada que no se llame soledad, vulnerabilidad, desprotección, quebranto. 
Este pasaje termina con una declaración constante en Isaías: «8Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.»
Este «resto pequeño» es la población separada por Dios para sí mismo. Es la gente de la fe, los que confían en el Señor, quienes le creen y toman en cuenta sus promesas y profecías acerca del Mesías de Dios.
IV LÍDERES POLÍTICOS Y RELIGIOSOS. 
10Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.  11¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Adoradores. Príncipes de Sodoma y pueblo de Gomorra. Pueblo que adora y dedica y consagra culto a Dios, un culto indeseable, asqueroso, vomitivo, despreciable, nauseabundo, maloliente, podrido y profano. 
Dios aborrece un culto sin ética como respaldo. Pueblo inmoral, pueblo puerco, abominable. Sucio como cerdo de granja de pueblo, o de porqueriza maloliente como el olor que suele llegar cuando uno pasa por las marraneras.  
Venir a celebrarle culto después de hacer contratos leoninos en contra de trabajadores, o de acordar convenios con gobernantes inmorales, viles y mentirosos, o de celebrar a líderes religiosos o políticos llenos y cargados de corrupción sería lo mismo que ser este pueblo de gomorra, que viene y le celebra un culto a Dios, un culto despreciable.
No importa si es una fecha establecida por Moisés, o fiesta solemne, como tabernáculos, pentecostés o pascua. No pasan de ser consideradas por Dios como la ofrenda de asesinos, como la ofenda de profanos que en vez de derramar sangre de corderos en el altar, trajeran sangre de menstruación a un lugar santo y dedicado a Dios. 
Eso de menstruación lo recalca el profeta para comparar la ética del culto y de conducta de un pueblo que se pervirtió y corrompió a la par que sus líderes religiosos y políticos. 
Dios y el culto.
Dios es el Santo de Israel. Él es el Señor. Él es juez. Él es Dios. Él es el gobernador y soberano Señor y conductor del universo, de las naciones y todos le están sometidos.
Como Dios santo no tolera la pecaminosidad delante de él. No soporta al mentiroso, adúltero, asesino, corrupto, profano, tramposo en los negocios y acuerdos empresariales o laborales o políticos… lo asquean los inmorales y les da la espalda a quienes desechan sus promesas y ofertas de perdón. 
Dios y su santidad se manifiestan al pueblo con una oferta de fe, esperanza y amor. 
Quienes aceptan su oferta de fe, esperanza y amor, quienes confían en él, son su remanente, el cual será nombrado al paso de los 66 capítulos de este libro.  Es su culto y confianza los aceptados por Dios.
V LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO
16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.  18Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. 
Todo este llamamiento a ser lavado y limpiado tiene una imagen en su médula. Todo este llamamiento apunta a una persona: el Ungido, Cristo. 
Aprender a hacer el bien, buscar el juicio y restitución al agraviado, así como hacer justicia al huérfano y dar amparo a la viuda, son escenario en la iglesia de Dios, al remanente que confió en su palabra.
Este pasaje nos lleva al Nuevo Testamento y a la persona de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
De Cristo y los redimidos se dice en Apocalipsis 7:13-14 (RVR1960) 13Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 14Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.  
Es de suma importancia oír la profecía. Apunta al Cordero cuyo sacrificio es el único con poder para limpiar pecados. 
Una vez más vemos un mensaje sostenido en La Biblia, en toda, Antiguo y Nuevo Testamentos: Sólo Cristo salva, Sola fe, Sola gracia. Este mensaje será recurrente en el mensaje apostólico, y en el de la iglesia cristiana, la verdadera, la que no predica otro evangelio, la que no acepta intercesores sumados a Cristo, llámese virgen o santo, pastor, obispo, reverendo o pontífice. 
Todo apunta a Cristo. Toda profecía, todo plan divino, todo proyecto eterno, apuntó y apunta a Cristo. 
No es una etnia, como la judía, no es una nación, como Israel, no es un individuo como líder religioso, sino Cristo, solo Cristo y nadie más. 
Los judíos contemporáneos de Cristo cuestionaron una de sus declaraciones acerca del perdón, cuando los amigos de un paralítico lo descolgaron por un agujero que hicieron en el techo. 
Querían, los amigos del paralítico, que Cristo lo sanara. Ellos tenían fe en Cristo, no el paralítico. El texto dice a la letra: Lucas 5:20-26 (RVR1960) 20Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? 22Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? 23¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 25Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.  
Vl JUICIO DIVINO
21¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas.  22Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. 23Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda. 24Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; 25y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza.
La Escritura es clara en cuanto al rechazo de la oferta de salvación de Dios por medio de Cristo. 
Quien la rechace será condenado a un castigo eterno. Sin segundas oportunidades. Sin esperanzas de sacar a alguien de eso inexistente llamado purgatorio o con algún otro nombre. 
Hoy hay salvación en Cristo. Hoy es el tiempo de salvación. No hay ni esperanzas ni posibilidades después de morir. 
Si uno muere, de acuerdo con La Escritura, va a su destino eterno. Al respecto está escrito en Hebreos 9:24-28 (RVR1960) 24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Vl LA NUEVA CREACIÓN
26Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel. 27Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia. 28Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos. 29Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis. 30Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. 31Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.
Isaías provee una visión del futuro que trasciende los tiempos de la humanidad. 
En la nueva creación todo es restaurado. Hay justicia. La ciudad es ahora un modelo perfecto de justicia y fe. 
Para llegar a ese estado se pasó por juicio y purificación. Los enemigos de Dios fueron hechos a un lado como debían ser, juicio, condena y castigo. 
La idolatría, de todo tipo dejó de ser parte de la realidad y la vida del ser humano. 
La nueva creación es presentada para quienes tienen fe. Esta realidad es propia para quienes son parte de la nueva creación. 
1. Quienes le creyeron a Dios y tuvieron fe en su Palabra, que no volvió vacía. 
2. Los nacidos de nuevo, nuevas criaturas en Cristo.  
3. Los que creyeron que Cristo es rey, gobernante de Dios. 
A futuro, partiendo del presente, Cristo es rey. Pero su reino es actual. Hoy él tiene súbditos, ciudadanos de su reino. 
Participar en este mundo tiene reglas, para un cristiano, y las reglas son sus enseñanzas. No despreciamos las constituciones o la constitución de nuestro país, pero no es primordial en vista de todos los ajustes y modificaciones que se le han hecho y harán. 
Vivimos con responsabilidad cívica y nos ajustamos a un estado de derecho, en medio de gobernantes, todos, falibles. Son como nosotros, pecadores, perversos, corruptos, mentirosos, embusteros y codiciosos de poder, fama y dinero. Así es visto todo gobernante, además de mortal. 
Sin embargo, para el cristiano hay un gobernante perfecto, el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios, que hoy reina. A él seguimos, a él pertenecemos, en él somos pueblo de Dios, y por él somos nación santa, real sacerdocio, pueblo adquirido por él para anunciar sus virtudes y quién es él para el mundo, el rey de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 

A él adoramos, a él sea la gloria. 

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