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domingo, 7 de mayo de 2017

LA VID VERDADERA. SOLO CRISTO


Isaías 5 (RVR1960) 

INTRODUCCIÓN

Hoy trataremos Isaías 5. El profeta no elige ser profeta. El profeta es un hombre con un llamamiento. Tal llamamiento le llegó de Dios. Igual que a un pastor, evangelista, maestro o apóstol. La persona no decide ser ministro de Dios por elección propia. Dios lo llama para ser su ministro. Para darnos una idea de qué significa ser profeta y con qué ha de lidiar tal persona, te pregunto: ¿Eres una persona amable, sencilla, bondadosa, generosa, apacible, fácil de tratar? ¿Te gusta compartir todo lo tuyo? Tiempo, dinero, casa, alimento, ropa, calzado… 
¿Te gusta ser bondadoso con tu dinero? ¿Diezmas y ofrendas con generosidad? ¿Das una propina justa cuando vas a un restaurante? ¿O la das con abundancia? ¿Eres amable con quienes te sirven? ¿O esperas a que los demás sean generosos contigo y te den dinero, tiempo, servicio, y demás beneficios? ¿Te gusta servir? ¿Levantarte temprano y sacrificar tu tiempo, tu descanso, tu tiempo de diversión a otros?
¿Qué tal que fueras llamado a ser líder, un servidor para gente así, como la descrita? Me refiero a servir a la gente de tu respuesta. De otro modo, ¿te gustaría servir a gente conflictiva, egoísta, avara, mezquina, no generosa ni con su tiempo, casa ni ropa ni comida? ¿Te gustaría tratar con gente que no se compromete con nada, pero espera todo de ti?
Isaías habla del pueblo de Dios como gente rebelde, necia, terca, vanidosa, orgullosa, que sólo busca lo suyo y busca destacar por encima de todos los demás; es tramposa, traidora, revoltosa… gente como tú y como yo. ¿Te darías problemas a ti mismo como persona? ¿Te gustaría ser pastor de ti mismo?
Isaías 6 habla de su llamamiento. Dios le concede una visión y ve el templo lleno de la gloria de Dios. Por sobre el templo ve serafines. Tienen 6 alas. 2 les cubren los pies, 2 los ojos y con 2 vuelan. 
Isaías cree que va a morir porque igual que su pueblo, todos son de labios inmundos. Él es uno más del pueblo. Pregunto. ¿Dices majaderías? ¿Tienes un vocabulario soez intencional para decir grocerías, bajezas, picardías, y hablas en doble sentido? ¿Tienes un lenguaje intencionalmente alusivo al sexo pero con malicia? Se te “salen” palabras majaderas que no pensabas decir? ¿De vez en cuando dices misceláneas podridas?
Isaías confiesa ser una persona cuyo discurso es profano por ser inmundo, igual que su pueblo, y cree que morirán por ello. ¿Pueden ver que no toma distancia de su pueblo y es igual de pecador que ellos? ¿Y que por ello, según él merece morir?
Dios responde purificando sus labios. Asunto resuelto por Dios. Ahora está perdonado de toda culpa y pecado. Ha sido limpiado y Dios hace una pregunta:

¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. ¿9Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. 11Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. 13Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa. Isaías 6:9-13 (RVR1960) 

Nadie elige ser profeta, ministro, pastor, siervo, maestro, discípulo, apóstol, evangelista… nadie. 
Pero si alguien tiene un ministerio genuino, de Dios, tal persona sí es llamada. “Sígueme”, les dice Jesús a Mateo, a Juan y Jacobo, Pedro y Andrés, Felipe, Bartolomeo, los 2 Judas, Simón… todos son llamados. 
Pero hay algunos ofrecidos, no llamados, y son rechazados. La diferencia es obvia. Quien se ofrece para ser discípulo pone condiciones. Quien es llamado acepta condiciones. 

57Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. Lucas 9:57-62 (RVR1960)

Las condiciones las pone Jesús, no los llamados. Condiciona el que llama, no el llamado. ¿Y a quién va a servir el llamado? ¡A gente como él!
Y va a predicar lo que le digan, no lo que quiera. Predicará hasta los límites de tiempo asignado por el Señor, no hasta que él quiera, sino hasta cuando Dios le diga “basta”. 
Y mientras comparte, a medida que convive con su Señor, el mismo mensaje se convierte en algo dulce a su paladar, aun cuando conlleve amargura. Lo dulce, lo deleitoso es que es Palabra de Dios, que jamás volverá a él vacía, sino plena, cumplida.
El llamamiento de Dios le da sentido de vida al llamado. Sin su llamado el siervo no sabe ni a dónde ir, ni por qué permanecer, a quién acudir. Sin el llamado de Dios será un polvo a la deriva, una nube que se disipará en una vida sin sentido. 
Para cada creyente el llamamiento a servir a su Señor y seguirlo, es actual. Vigente. El llamamiento de Dios para la iglesia le da sentido a su vida. Sin él, sin acatarlo, irá a la deriva. 
Pero, por otro lado, una comunidad no irá a ciegas si hace su propia agenda, como algunos la han definido, poniendo al dinero como su meta, el materialismo como su Dios, y la prosperidad como su anuncio. No obstante, en eso están perdidos, en eso dejan de ser iglesia y son cualquier cosa, AC, SA, un club, lo que sea, menos iglesia. 
El llamamiento es bendición, otro mensaje es maldición. El evangelio, el único, bendice, otro mensaje que finja ser evangelio maldice, pierde, condena, lleva al infierno. Y ese mensaje lo dan los llamados, la iglesia. Una AC, un club, están en su ambiente si dan discursos motivacionales. Pero no pasarán de ser eso, jamás serán evangelio. 
El mensaje del profeta deja ver su unión con Dios. Veamos.

SU MENSAJE LA VIÑA DEL SEÑOR (El dolor divino)

1Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
1 אָשִׁירָה נָּא לִידִידִ֔י שִׁירַת דּוֹדִי לְכַרְמֹו כֶּרֶם הָיָה לִידִידִי בְּקֶרֶן בֶּן־שָׁמֶן׃
2 וַיְעַזְּקֵהוּ וַיְסַקְּלֵ֗הוּ וַיִּטָּעֵהוּ שֹׂרֵק וַיִּבֶן מִגְדָּל בְּתוֹכֹ֔ו וְגַם־יֶקֶב חָצֵב בֹּו וַיְקַו לַעֲשֹׂות  Isaías 5:1-3 (BHS Bible) עֲנָבִים וַיַּעַשׂ בְּאֻשִׁים׃

El profeta canta la canción de su Dodí, su amado, el amado de su corazón, la persona más amada, la del amor supremo, la que es digna de todo sacrificio, toda entrega, todo servicio. 
Como trovero de Dios, el poeta canta en honor de su amado. Canta por él, se convierte en su voz, su boca, sus palabras. El amado canta por medio del trovero, su profeta. Ambos viven una relación de amor, único, una intimidad desconocida para la humanidad y para su pueblo. 
Dodí, es un término para definir a una persona especial. Nadie como él. No hay nadie como él, semejante a él. Él es incomparable, nadie está a su altura, ni en encanto, belleza, sabiduría, excelsitud, majestad… es tierno, amable, profundo, toca las fibras del corazón, del espíritu, es suave, como brisa, intenso como la mar, su voz llena todos los sentidos… es como un aroma que llena los espacios y satura los sentidos de su olor… todo panorama, desde la ventana, o desde los valles o las alturas de las cimas, está lleno de él… por todos lados se aspira su presencia, en toda colina, desierto o yermo se oye su voz… el Dodí jamás está ausente, lejos del corazón de quien lo ama. 
 Isaías canta el sentir, los planes, la experiencia de su amado. El tema de su canción es una viña. La tenía en una ladera fértil. 2La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, pero dio uvas silvestres. 
El tema es la viña y su decepción. Tenía proyectos claramente definidos… pero… ¿qué pasó con el proyecto divino? 
La canción es un dueto. Un canto a dos voces. La primera voz es del profeta, la segunda voz es la del Dodí. Están unidos en canto, poesía, experiencia, dolor, amor, pasión… ¡son uno por gracia y obra de Dios!
Ahora se escucha la otra voz, la del Dodí

3Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? 5Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. 6Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.

¿Proyecto fallido? Veamos con claridad. Se habla de una viña como representación del pueblo de Israel, la etnia descendiente en la carne, de Abraham. 
Y se canta la decepción, el desencanto, el enojo, la ira, y el juicio y castigo por venir. Dios canta su ira. “También de dolor se canta cuando llorar no se puede”, dice un dicho mexicano. Pero aquí, el canto si va acompañado de lágrimas, sufrimiento, dolor y quebranto. A Dios le duele el corazón, por decirlo de alguna manera. Le duele, le lastima el pecado de sus malvadas uvas. 
¿Hacía falta hacer algo más por ella que Dios no hubiera hecho? Le dio a su viña lo que nadie jamás tuvo: revelación de sus planes, proyectos y metas para la eternidad, y entre todo ello iban promesas, con bendiciones que Dios cumplió al pie de la letra. No dejó promesa sin cumplir. 
Las más altas reglas éticas que jamás tuvo nación alguna le fueron dadas por el Eterno Dios. De vivirlas la nación hubiera tenido el gobierno ejemplar para todas las naciones, sin embargo mostraron el cobre, su naturaleza: corruptos, malvados, adúlteros, infieles, idólatras, rebeldes, dados al pecado y a rechazar cada día y en todo lugar y momento a Dios. 
Si un fruto dieron fue vileza y gritos de angustia por el quebranto social, por el despojo, el abuso y el saqueo de los líderes del pueblo. 
Nos recuerda a Eclesiastés: «Nada hay de nuevo debajo del sol». La humanidad es siempre la misma. 
Sin embargo, veamos un panorama más amplio. Aquí el profeta nos habla de una viña. Y el Señor Jesús nos habló de otra viña, en un giro que nos lleva de la viña de Isaías, a otra, presentada por el Mesías. 
Veamos Juan 15.1-17 . 

1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6El que en mí no permanece, será echado  fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17Esto os mando: Que os améis unos a otros. Juan 15:1-17 (RVR1960)

Hebreos enseña que el templo, el tabernáculo, las fiestas, los sacrificios, el reposo, los líderes, todo lo revelado en el A.T. era una sombra de lo que habría de llegar, en el futuro. Y que ese futuro se habría de cumplir en Cristo. 
Lo mismo afirma el apóstol Pablo. Cristo es el sí y el amén de todas las profecías y promesas de Dios en el A.T. 
Por eso, Israel, como viña, era sombra, de la realidad, de la vid verdadera. La vid verdadera es Cristo. 
Toda promesa de Dios en el A.T. se cumple en Cristo. Por eso hacia el futuro Cristo es visto como templo, como morada de la gloria de Dios entre los hombres, lleno de gracia y de verdad. 
Vea a Cristo como pueblo. Somos nación santa en Cristo. Ojo, note, somos pueblo de Dios “en Cristo”. ¿Qué le dice eso? ¡Que Cristo es templo, es pueblo de Dios! ¡Sin él no somos pueblo!
“En Cristo somos real sacerdocio”. Más aún, en él somos santificados, somos proyecto de Dios cumplido, somos pámpanos que da el fruto que Dios deseaba de la primera vid, que fracasó por falta de fe. 
En la expresión paulina tenemos: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” 1 Corintios 1:30 (RVR1960)

CRISTO ES TODO EN TODOS. 

Ningún proyecto divino se cumple sin Cristo. La primera vid fue un fracaso. Dependía de obedecer la ley. Dependía de su propio esfuerzo y orgullo, de su autonomía, de sus obras.
La segunda vid es un fracaso sin Cristo. Pero Cristo es todo en todos. La diferencia entre una y otra viña es Cristo. Por lo tanto, todo pámpano llega a buen término porque Cristo hace su obra en el pámpano. Y éste, el pámpano, da mucho fruto, porque Cristo es quien da el fruto. Es el fruto del Espíritu, no el de la carne. 
Ahora vemos en la vid verdadera una nueva humanidad, incapaz de obedecer, de hacer la voluntad de Dios por sus propios esfuerzos. 
Para ver a esta humanidad con los ojos de la justicia, Dios le concedió su justicia en Cristo. 
Ahora la vid verdadera, Cristo, tiene una humanidad, un pueblo a quien Cristo le concedió su naturaleza, su vida, su relación con el Padre. 
Estas ramas son justas, son el cumplimiento de la profecía: “el justo por la fe vivirá”, porque tuvieron fe en Cristo. Son justos porque les fue concedida la gracia de Dios “En Cristo”. 
Asimismo son “el justo” descrito por Habacuc, cuya justicia no es propia. ¿Qué hicieron para ser justos? ¡Nada! ¡Todo! ¡Le creyeron a Dios!, creyeron en la Palabra de Dios, quien les dijo que él los acepta sólo por creer en Cristo como quien cumple todos los requisitos impuestos por Dios, y que ese cumplimiento de la ley, efectuada por Cristo la hizo él en representación de quienes creen que él pagó por sus maldades y pecados. 
Ahora somos una vid que no será destruida, ni enviada al exilio, ni abandonada por Dios, no por nuestros méritos, no por nuestras obras, no porque seamos excelentes personas, sino porque la excelencia de Cristo nos es dada, su justicia nos es concedida, y su bendición pasa a ser nuestra, sólo por la fe. 
Somos pueblo de Dios en Cristo. Por eso, la pregunta de Dios ahora puede ser abordada con otra respuesta, proporcionada por Dios mismo.
Cristo, solo Cristo, como pueblo, como simiente, es cumplimiento también en la visión paulina dada a los gálatas. 
Cristo es la simiente de Abraham. No simientes. Una en particular. Esa simiente es el nuevo Israel, el nuevo pueblo de Dios. Es un pueblo multiétnico. 
Todo creyente, de toda etnia, pertenece a este pueblo, pertenece a Cristo, pueblo de Dios. (Leer Gálatas con cuidado.)
Por lo tanto, la pregunta de Dios: 
3Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?

Tiene su respuesta por el mismo Dios:

Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” 1 Corintios 1:30 (RVR1960)
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17 (RVR1960)
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; Filipenses 1:6 (RVR1960)
10para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, 11llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Filipenses 1:10-11 (RVR1960)

Como su pueblo, seguiremos siendo pecadores, pero al mismo tiempo seguiremos siendo tratados por el Señor. 
Él llevará a buen término su obra en su pueblo, y la gloria de Cristo, anticipada en el N.T. llenará la tierra en plenitud, será adorado por creyentes de todas las etnias del mundo, por quienes lo reconocieron como lo que es: Rey de reyes y Señor de señores, el salvador del mundo, Jehová, Adonay, el Dios Eterno. 

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