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miércoles, 12 de enero de 2011

MANDAMIENTOS

El primer mandamiento: amar al Señor con todo el ser.

Jesús dijo en el evangelio según San Marcos: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12.29-30 RV60

Corazón, alma, mente, fuerzas, aluden al ser global del hombre. Amar a Dios es holístico en el ser humano.
Amar a Dios, de acuerdo con el principal mandamiento, involucra todo lo esencial del hombre, que es el espíritu (corazón), emociones (alma), pensamiento (mente) y voluntad y cuerpo (fuerzas).
Todo el ser, voluntad, disposición, pasión, pensamiento, alma, espíritu, cuerpo, están dirigidos, encauzados a un centro: amar al Señor con toda la pasión humana posible.
Amar a Dios no es mental, como lo haría un filósofo griego, que haría el cuerpo a un lado. Tampoco es solo emocional, desentendiéndose del pensamiento y la vida mental.
Pensar que se ama a Dios con sólo pensar o reflexionar en él ubica a la persona en la vida de las ideas y abandona la responsabilidad histórica, que se cumple con el cuerpo.
Amar a Dios con todo el ser santifica la vida mental, el cuerpo, la voluntad, los planes que se hacen y actitud y comportamiento.
Amar a Dios no es una decisión, pero la implica en el mandamiento.
Amar a Dios no es sólo emoción, pero está implicada en amarlo.
Amar a Dios no es sólo cuestión espiritual, también es corporal.
Amamos a Dios cuando lo escuchamos: “Oye Israel…” y como consecuencia iniciamos una vida de comunión con él.
Amar a Dios involucra oír, el oído, el cuerpo y con el cuerpo demostramos que lo amamos.
Amar a Dios se encarna en nosotros y se hace realidad cuando, como ovejas, oímos la voz de Cristo y lo seguimos. Él se comparó a sí mismo como un pastor y a sus discípulos como a ovejas, de las cuales dijo: “las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. En cambio, a un desconocido no lo siguen, sino que huyen de él, porque desconocen su voz.
Él Cristo es la imagen misma de amar a Dios como Dios demanda ser amado, y es nuestro modelo de vida como Maestro, Salvador y Señor.

Iglesia Príncipe de Paz, Hidalgo 562, Monterrey, centro. Salón de eventos El Hidalgo
www.principedepaz-mty.org

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